En la nutrición vegetal, no solo importa la cantidad de nutrientes aplicados, sino también la interacción entre los mismos. Dentro de estas relaciones, la que existe entre el Fósforo (P) y el Zinc (Zn) resulta fundamental durante las etapas tempranas del cultivo, como la emergencia, el desarrollo radical y el inicio de la fotosíntesis.
Un desequilibrio entre ambos puede afectar seriamente el crecimiento del cultivo, incluso antes de que se manifiesten síntomas visibles. En particular, un exceso de Fósforo puede interferir con la absorción y movilidad del Zinc, generando deficiencias ocultas, aún en suelos que aparentan niveles adecuados en los análisis.
Comprender esta interacción permite optimizar las estrategias de fertilización, reducir pérdidas por antagonismos y mejorar la eficiencia de uso de los nutrientes, lo que se traduce en una mejor respuesta productiva del cultivo y un mayor retorno sobre la inversión.
El Fósforo
El P es un macronutriente esencial para el desarrollo vegetal. Cumple funciones fundamentales como la transferencia de energía (ATP), la formación de ADN y ARN y la estructura de membranas celulares.
Su deficiencia puede afectar el crecimiento inicial, reduciendo el desarrollo radical, la expansión foliar y la formación de macollos o ramificaciones. En el caso de las leguminosas, su carencia puede comprometer la nodulación.
En general, cuando una planta presenta deficiencias de este nutriente, la fotosíntesis no suele afectarse directamente, pero si perjudica principalmente su crecimiento, comprometiendo la intercepción de la luz solar, lo que implica un desaprovechamiento de este recurso.
Como este nutriente es móvil dentro de la planta, los síntomas suelen comenzar en las hojas más viejas, ya que la planta lo removilizará para priorizar el crecimiento de los nuevos tejidos. Típicamente puede observarse una disminución en el crecimiento general de la planta, acompañado de un color verde oscuro o violáceo. Para un crecimiento óptimo, se recomienda mantener concentraciones foliares entre 0,3 y 0,5%, evitando niveles menores a 0,2%, que son asociados con deficiencias.
El Zinc
El Zn es un micronutriente esencial que participa en procesos clave del metabolismo vegetal. Al ser un componente estructural y activador de numerosas enzimas, es fundamental en la síntesis de proteínas y regulación hormonal, especialmente en la producción de auxinas, que estimulan el crecimiento radicular y la elongación celular.
El Zinc también interviene en la formación de clorofila, la estabilidad de las membranas celulares y la defensa frente al estrés oxidativo. Su deficiencia suele manifestarse primero en las hojas jóvenes, con síntomas como clorosis intervenal, reducción del crecimiento y hojas pequeñas y deformadas.
Interacción Fósforo-Zinc
Si bien el P y Zn cumplen funciones distintas dentro de la planta, su relación en el suelo y en el metabolismo vegetal es estrecha y compleja. Diversos estudios han demostrado que un exceso de Fósforo puede inducir deficiencias de Zinc, incluso en suelos con niveles adecuados de este micronutriente.
Este efecto antagónico ocurre principalmente por varias razones, las más típicas se resumen a continuación:
- Competencia en la absorción: el exceso de P inhibe la toma activa de Zn por las raíces, especialmente en suelos con baja disponibilidad natural de Zinc.
- Formación de sales poco solubles de P y Zn, lo que delimita la disponibilidad para las raíces.
- Dilución metabólica: altas dosis de P promueven un crecimiento vegetal acelerado que puede diluir las concentraciones internas de Zn, generando deficiencias subclínicas u “ocultas”.
Estas deficiencias ocultas de Zn pueden afectar la elongación celular y el desarrollo radical y aéreo (Figura 1), limitando la construcción del rendimiento sin mostrar síntomas visuales evidentes.
Frente a estas evidencias, es fundamental considerar la relación P:Zn en el diseño de los planes de nutrición. Mantener un buen balance entre ambos no solo evita antagonismos, sino que potencia su eficiencia individual. Por lo tanto, el aporte de Zn junto con la fertilización fosfatada mejora el uso y la eficiencia del P, potencia el crecimiento y desarrollo, en consecuencia, aumenta el potencial de rendimiento.
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Figura 1. Efecto de la fertilización con P sin y con la adición de Zn en el área vegetativa del trigo y maíz en suelos con bajo contenido de Zn (M. Yazici y I. Cakmak, Universidad de Sabanci).
Amauta Micro+ Plus
Una estrategia eficaz para aprovechar la complementariedad entre P y Zn en las etapas iniciales del cultivo es la utilización de fertilizantes mezclas químicas. Uno de estos son los microgranulados de alta eficiencia, como Amauta Micro+ Plus que, tras aplicarse de forma ultralocalizada junto a la semilla, optimiza la disponibilidad inmediata y balanceada de Fósforo, Zinc, Nitrógeno y Azufre, elementos clave para un arranque vigoroso. Además, su formulación incorpora ácidos húmicos y fúlvicos, que mejoran la absorción de nutrientes y estimulan la actividad microbiana de la rizosfera. Esta tecnología promueve un rápido desarrollo radicular y aéreo (Figura 2), mejora la eficiencia de uso del Fósforo, y reduce el riesgo de deficiencias tempranas de Zinc, contribuyendo a una implantación más uniforme y a un cultivo con mayor potencial de rendimiento desde las primeras etapas.
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Figura 2. A la izquierda, sin agregado de Micro+ Plus. A la derecha, el efecto de la fertilización con Micro+ Plus en el área vegetativa de raigrás.
Bibliografía